La Leyenda
Seguramente alguna vez alguien te contó o contaste alguna leyenda. ¿Qué son las leyendas? Hace muchos, muchos años cuando los seres humanos primitivos aún no comprendían por qué ocurrían los fenómenos atmosféricos o desconocían el origen de determinadas plantas, animales y objetos, nacieron las leyendas.
Las leyendas surgieron como fruto de la creación colectiva. Esto quiere decir que no tienen un autor, sino que surgen como relatos que circulan dentro de una comunidad y circulan por mucho tiempo porque responden a inquietudes de la misma. Estos relatos son anónimos (sin autor conocido), se transmitieron en forma oral (de boca en boca) y tienen carácter popular porque son compartidos por toda una comunidad. Transcurren en un tiempo tan remoto que no puede ubicarse con precisión. Sus temas son variados: religiosos, de la naturaleza, históricos y sobrenaturales. Actualmente existen registros escritos recopilados por investigadores del folclore que conservan las leyendas para que nosotros las conozcamos. En San Luis, por ejemplo, la gran investigadora Berta Elena Vidal de Battini recopiló muchos relatos populares desde sus fuentes directas (personas de una comunidad que le contaron su versión).
Lee la siguiente leyenda recopilada por Rosana Ponzi, una escritora sanluiseña:
LA LLORONA
"Andaba con un vestido negro y gritaba. Lloraba mucho. No sabía por qué gritaba. Después se dieron cuenta que lloraba por su hijo."
(Lucas - 9 años)
- Mi abuelo nunca le decía nada a mi abuela.
- ¿Por qué?
- Porque mi abuela es grande, ¡ya tiene edad!
- ¿Tu abuela la escucha también?
- Ella se asusta porque siente llorar niños, bebés. No sé, según dicen son espíritus...y mi abuela, como tiene presión alta, está perdida.
- Y cuando vas a lo de tu abuelo ¿escuchás algo?
- Nosotros nunca escuchamos nada, ni vimos nada, ni bebés.
¡Cortaaaala! Si se van a burlar no les cuento. En serio. Bueno, les cuento. No crean que exagero cuando les digo que la escuchamos toda la noche. A la llorona! ¿A quién va a ser? ¡Toda la noche! Desde las doce, más o menos, hasta que nos quedamos dormidos de puro cansancio. No es mentira ¡Se los juro! Dicen que en la Villa de la Quebrada siempre comienza como a las dos de la madrugada, en el calvario. Mis tíos fueron a ver. ¡En serio! Mi mamá me contó que hay otra que se pasea de noche por las plazas, los campitos y las iglesias. Es porque sufre mucho, creo. ¡En serio! Bueno, si no me creen, no me creen. Yo les digo la pura verdad. ¿Que si la vimos? Bueno, verla, lo que se dice verla, así con los ojos. . no, pero la oímos, clarita, clarita! Primero medio lejos y después más cerca, y después más lejos y luego más cerca, y así y así. Como si fuera y viniera, como buscando. ¿Saben lo que busca? Nooooo, no busca un pañuelo. ¡Qué pavotes que son! No busca pañuelo, busca su hijo que está muerto. En serio. Y como no lo encuentra llora. Parece que lo han matado unos señores. ¿Quieren que les cuente?
Resulta que un niño, el hijo de la llorona, era muy travieso. Esto sucedió hace mucho tiempo. Era tan travieso que un día se le dio por ir a robar uva a los parrales de la quinta de un vecino.
La llorona vivía en San Luis, cerca del ejército. Cuando el niño estaba dele cortar uva arriba de una parra, la perra del dueño lo descubrió y comenzó a ladrarlo. Los perros son muy guardianes, más cuando son hembras. Encarnizada estaba la choca que quería morderlo a toda costa, cuando apareció el dueño con una escopeta. Claro, pensaba que era algún ladrón grande, adulto. Los ladrones grandes saben lo que hacen y por eso andan armados. Entonces el dueño de la quinta preguntó. ¿Quién anda ahí? Y nada. El niño del susto no habló.
El miedo, a veces, paraliza. ¿Quién anda ahí?, volvió a gritar el hombre y como sólo escuchaba a la perra que ladraba cada vez más, tiró un tiro al aire. Los vecinos se alarmaron y salieron también con sus revólveres, creyendo que pasaba algo grave. Ellos también dispararon sus armas. El dueño de los parrales, al escuchar los tiros, creyó que era el ladrón y desesperado empezó a disparar con su escopeta para todos lados. Y ¿saben lo que pasó?
Sí, lo que ustedes piensan. Uno de los tiros le pegó en la cabeza al niño que estaba subido a una parra. Al rato lo encontraron, tirado en el piso, muerto. Cuando le avisaron a la madre, fue terrible. Cuentan que la llorona se murió de pena, llorando. Desde ese momento, la llorona no para de llorar. La llorona ahora es un espíritu que busca a su hijo en este mundo, pero su hijo no está en este mundo y entonces, como no lo encuentra, llora dicen que su llanto pide paz. Mi mamá me dice que hay que hablarle, decirle la verdad. Hay que gritarle: ¡Llorona, andáte, tu hijo ya está muerto, está con Dios!, o también: ìAndáte llorona que acá no está tu hijo!. Mi tío, que es re gracioso dice que hay que hacerla callar chistándola. ìSssshit, cállate llorona!, ìSssshit, andáte llorona!. Para mí, la llorona no se va callar nunca, porque nunca va encontrar a su hijo aquí en la tierra.
¡Qué triste! ¿no?
- Llorá Leandro
- Buaaaaaa, buaaaaaa, buaaaaaa.
- ¿Así lloraba la llorona?
- No sé.
- ¿No la has escuchado?
- No.
- ¿Ni has visto a la llorona?
- Nada...porque a la llorona solo la ve mi abuela.
- ¿Y tu abuelo qué dice?
- Nada, mi abuelo nunca le decía nada a mi abuela.
- ¿Por qué?
- Porque mi abuela es grande, ¡ya tiene edad!
Para compartir
La historia que acabamos de leer seguramente te resulta conocida, ya que es una relato popular que se repite en muchos lugares de nuestro país, e incluso de otros países.
En tu ciudad seguramente existen relatos que circulan en la comunidad y que se escuchan en reuniones y fiestas, relatados por diferentes vecinos, amigos o familiares. Por ejemplo, en las zonas rurales, hay muchas historias relacionadas con la supuesta aparición de la "luz mala" o, en otros lugares, "el chupacabras" que mata el ganado.
Relata a tus compañeros una historia popular de tu comunidad y compartan entre todos las versiones que conocen y la manera en que cada uno las interpreta.