Consumo

 

Este es el corazón del sistema, el motor que lo mueve. Compramos y compramos y compramos. Mantenemos el flujo de los materiales. ¡Y cómo fluyen! Adivinen qué porcentaje de todos los materiales que fluyen en este sistema sigue estando en productos o en uso seis meses después de ser vendido en América del Norte: ¿Cincuenta por ciento? ¿Veinte? NO. Uno por ciento. ¡Uno! En otras palabras, 99% de las cosas que cosechamos, minamos, procesamos y transportamos, 99% de lo que fluye a través del sistema es basura en menos de seis meses.

¿Cómo podemos mantener un planeta con ese nivel de flujo de materiales? Pues, dos de sus estrategias más efectivas son: la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida.

Obsolescencia programada es una forma de decir “diseñado para ser desechado”. Significa que, de hecho, se fabrican cosas que están diseñadas para volverse inútiles lo más pronto posible, Pero las cosas no se rompen lo suficientemente rápido como para mantener esta flecha tan activa. Para eso existe la “obsolescencia percibida”.

La obsolescencia percibida sirve para convencernos de desechar objetos que todavía son perfectamente útiles. La moda es un buen ejemplo. ¿Alguna vez se han preguntado por qué los tacos de los zapatos de mujer pasan de ser delgados a gruesos de un año a otro? No es porque haya un debate sobre qué tipo de taco es más sano para los pies de las mujeres. Es porque si usas taco grueso en un año en que están de moda los tacos delgados, eso muestra a todos que no has contribuido al consumismo ese año y que, por tanto, vales menos que la persona junto a vos que trae zapatos con tacos delgados o que la persona que aparece en las propagandas. En resumen, es para que sigas comprando zapatos.

La publicidad, y los medios de comunicación en general, desempeñan un papel importante en esto. ¿Para qué sirven los comerciales si no es para hacernos sentir infelices con lo que tenemos? Así que en Estados Unidos tienen más cosas que nunca, pero las encuestas muestran que la felicidad en ese país está disminuyendo. En los años cincuenta la felicidad en norteamérica llegó a su límite en el mismo momento en que estalló esta manía consumista. Tenemos más cosas pero cada vez tenemos menos tiempo para lo que realmente nos hace felices: los amigos, la familia, el esparcimiento.

Estamos trabajando más tiempo y más duro que nunca. Algunos analistas dicen que hoy día tenemos menos tiempo libre que en el feudalismo.

Para seguir reflexionando sobre este tema, queremos que mires con mucha atención el siguiente video: