Actividad 1

 

Pregunta

Lee los siguientes textos e indica cuál no es literario:

 

Respuestas

CUADERNOS DE TODO Y NADA

                      Macedonio Fernández

 

- Mujer ¿cuánto te ha costado esta espumadera?

- 1,90.

- ¿Cómo, tanto? ¡Pero es una barbaridad!

- Sí, es que los agujeros están carísimos. Con esto de la guerra se aprovechan de todo.

- ¡Pues la hubieras comprado sin ellos!

- Pero entonces sería un cucharón y ya no serviría para espumar.

- No importa; no hay que pagar más. son artificios del mercado de agujeros.

[...]

 

 

 

Fantasma sensible
Lieu Yi-king


Un día, cuando se dirigía al excusado, Yuan Tche-yu fue protagonista de un hecho singular. A su lado surgió un fantasma gigantesco, de más de diez pies de altura, de tez negra y ojos inmensos, vestido con una casaca negra y cubierto con un bonete plano. Sin turbarse de modo alguno, Yuan Tche-yu conservó su sangre fría.
–La gente suele decir que los fantasmas son feos –dijo con la mayor indiferencia, dirigiendo una sonrisa a la aparición–. ¡Y tiene toda la razón!
El fantasma, avergonzado, se eclipsó.

 

 

 

Sabés que soy un Vampiro,

sabés que muero por beber tu sangre.

Sé que estás perdidamente enamorada de mí.

Te espero...

                                Edward Cullen.

P.D.: Nada volverá a ser lo mismo.


21 - 11- 08

SOLO EN CINES

PRE ESTRENO

20-11-08 22:OO HS.

 

 

No hables con la boca llena
José Eduardo González


Conteniendo como puedo la maza de comida alojada en mi boca, me dispongo a hablar, pero tía Berta se anticipa y me dice: “No hables con la boca llena”. Presuroso, intento tragar lo más rápido posible, pero tía, que no pierde ocasión de instruirme, me dice, severa: “No hay que masticar rápido, sino bien”.
Escondiendo a un lado de la boca la comida aún no tragada, voy a hablarle, pero ella lo advierte, y vuelve a reprenderme: “No hables con la boca llena”.
Ya está. Mi boca se encuentra vacía; nada me impide dirigirle la palabra, pero tía, a quien nunca le faltan argumentos, me indica: “Respira bien antes de hablar, si no, tu cuerpo se llenará de gases”. Siguiendo sus instrucciones, cierro la boca y aspiro por la nariz. “Ahora puedes hablar”, me dice tía Berta, cuya vestimenta oscura se recorta contra el fondo luminoso de la ventana. Pero es tarde, porque un león, que escapó esta mañana del zoológico, la devora ya con fruición, emitiendo cada tanto algún rugido, sin preocuparse por las reglas de comportamiento en la mesa, ni por los beneficios de respirar correctamente.

 

Retroalimentación