Discursos

Héctor Freire y  Maximiliano González (1997), explican en su libro Literatura y Cine, que para poder discutir acerca de convergencias y divergencias entre  los discursos literario y cinematográfico, primero es necesario distinguir sus características específicas.

La literatura es un arte que utiliza palabras y el cine es un medio expresivo que utiliza imágenes. No hay duda respecto a la posibilidad de cada lenguaje de valerse de su propia forma y de sus propias presentaciones discursivas, y de que ambos ejercen un punto de vista y un foco específico.

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Discurso literario

En la literatura, el lector es impulsado a obtener el significado de las palabras a través de la interpretación de varios signos. De esta forma, 

evoca una suma de imágenes que  estimularán o no su emoción. En el cine, en cambio, la recepción de una imagen visual es absorbida en forma directa con una carga emotiva determinada. Por otra parte, la literatura es espacial: podemos volver las páginas hacia atrás o buscar hacia adelante algo que nos interesa, también adecuar la lectura a nuestro propio ritmo. Como lectores completamos con nuestro imaginario el mundo de palabras que existen en ese papel durante el procedimiento de la lectura.El personaje literario es creado básicamente para ser leído, y el del cine es encarnado e interpretado por un actor para ser visto y oído. 

Discurso cinematográfico

 La narración cinematográfica  es una manipulación de tiempo y espacio; para lograr esto se utilizan diferentes recursos estilísticos. En el cine veremos combinarse distintas expresiones culturales como la música, fotografía, plástica, literatura, y la arquitectura, entre otras.Podemos tomar como unidad básica del lenguaje cinematográfico al plano. Considerando al plano como la unidad mínima narrativa montada en una película, el plano es el espacio escénico; y desde una perspectiva temporal plano (o toma) es todo lo que la cámara registra desde que se inicia la filmación hasta que se detiene.
“El film constituye un sistema, un código cuyos componentes adquieren sentido cuando lo hemos captado en su conjunto. La puerta que se abrió en un momento tiene valor en función del personaje que la atravesó quince minutos después; la música que acompaña una escena otorga sentido a otra en la medida en que repita los acordes: la significación surge del contrapunto entre la imagen icónica y la otra “imagen” que delineará el fondo musical; la sucesión de colores azules en determinados pasajes informa tanto como los parlamentos de los personajes”.