Actividad 1

Del papel a la pantalla

Cuando se comienza a trabajar a partir de una obra que ya está realizada en otro formato que no es el audiovisual, ya sea el caso de una novela o un cuento o poesía, es inevitable que al estrenarse la película por ejemplo, se generen comparaciones y juicios de valor entre las distintas obras ya existentes y la nueva pieza elaborada. Esto es inevitable que suceda, salvo que el texto u obra literaria trasladada no sea conocida o de poco renombre, y no se tenga mucha información de ella. Se produce así una intertextualidad, que genera diálogos de un texto con otro texto, de una obra con otra obra.

¿Qué te parece si participamos en el foro citando algunos ejemplos de libros que hayas leído (novelas, poesías, cuentos, etc.) y las diferencias que encontraste luego, al verlos representados en una película?

Aquí te dejamos un relato  y un audio de una historia que te traerá algunos recuerdos de una obra literaria muy famosa, y que bien podría ser una adaptación cinematográfica.

 

Andrés Fernández (49), nacido en Buenos Aires, fue soldado en Malvinas. Y vivió con una kelper, Nicola Colbert, una relación amorosa tan sutil como desconocida.

Andrés fue incorporado en abril de 1982, porque el Ejército Argentino había ocupado las islas.

Teníamos abrigo como para ir a La Pampa, pero Puerto Argentino era la Antártida, me dice Andrés, ahora, en su casa de Rio Gallegos. Tomamos una vivienda abandonada... continúa, y al lado vivía Nicola, de 25 años, con cinco chicos que eran hijos de los marines. Ella era de piel blanquísima, con unos ojos azules que nunca terminaban de pasar, y con el pelo prematuramente canoso. Los chicos eran de cachetes rojos y, de puro patagónicos, salían en cuero, con esos fríos.

Yo no sabía inglés ni ella español. Y además teníamos penalizado hablarnos. Los jefes decían que los kelpers mataban soldados argentinos. Y los kelpers decían que nosotros éramos asesinos.

Un día, hablándonos con miradas, ella empezó a lavar mi ropa. Imaginate, estuve 78 días sin darme un baño. Y otro día me regaló una radio: le había grabado su nombre y una flor. Es importante escuchar radio cuando no se sabe qué está pasando. Yo pensaba en ella todo el tiempo. Quería protegerla. Pero era muy chico. Y ni siquiera me daba cuenta de que eso que sentía era estar enamorado.

El 1º de mayo de 1982 fue el primer bombardeo inglés. Y enseguida empezaron a pasar los camiones con los muertos y los heridos. Llegó después una retirada lúgubre y helada.

Y antes de ser tomado prisionero, Andrés, tuvo un último encuentro con Nicola, que venía a traerle ropa limpia.

Y hubo un beso. Uno solo (ESCUCHAR AUDIO). Después fue una pesadilla, dice Andrés. Todo estaba roto. Y lleno de cadáveres. Los ingleses nos arriaban. Ni nos gritaban. Yo caí dentro de un pozo.