Desde 1870 hasta los inicios de la Primera Guerra Mundial, en 1914, la industrialización entró en una segunda etapa, por lo que podemos hablar de una segunda revolución industrial. Ello significó la profundización del proceso de industrialización iniciado con la primera revolución industrial, 100 años antes. Sin embargo, fue mucho más compleja porque demandó muchos más capitales, innovaciones tecnológicas más sofisticadas y mano de obra especializada.
En esta segunda fase, se crearon una serie de innovaciones tecnológicas, científicas, sociales y económicas que dieron lugar a la consolidación y expansión del capitalismo industrial.
La aparición de nuevas herramientas de trabajo, máquinas e invenciones (motor de combustión interna, ferrocarril, aeroplano, automóvil, refrigeración mecánica, telégrafo, radio, cine, fotografía, entre otros) caracterizaron esta 2º revolución, al preparar las condiciones para la producción en masa de bienes de consumo.
A diferencia de la 1º revolución, el proceso de industrialización no se va a efectuar únicamente en Gran Bretaña. También se va a desarrollar en Japón, EEUU y otros países de Europa Occidental (Alemania, Francia, norte de Italia, Países Bajos).
La ciencia también tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la 2º Revolución Industrial, ya que los nuevos conocimientos científicos se tradujeron en avances tecnológicos y en nuevos inventos que se aplicaron a la siderúrgica, la química, la electricidad, el transporte y muchas otras ramas de la producción. El ferrocarril, los grandes barcos movidos por vapor y el telégrafo fueron los símbolos de la 2º Revolución Industrial; sus productos característicos, el hierro, el carbón y más tarde, el acero.
Este modelo de desarrollo llegó a alentar la fe en la existencia de un progreso indefinido de las civilizaciones, sostenido en los avances de la ciencia para transformar y dominar la naturaleza. Por ello se creía que los recursos naturales serían inagotables y que nada (ni nadie) podía frenar el avance y el progreso de los países y sus sociedades. Sin embargo, este ideal se derrumbaría con el impacto de la Gran Guerra, o Primera Guerra Mundial (1914 – 1919).