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Resumen de la Unidad 1

Durante la Edad Moderna se produjo en Europa la transición del feudalismo al capitalismo, proceso que se extendió hasta mediados del siglo XVIII, aunque en algunas regiones el feudalismo perduró durante mucho más tiempo. Este proceso de transformación se desarrollo en distintos planos:

Económico: se pasará de una economía agrícola (feudal y rural) a una economía industrial (capitalista y urbana).

Social: de una sociedad estamental (posición definida por nacimiento y desigualdad de derechos) se pasará a una sociedad de clases (posición definida por la riqueza). Se irá fortaleciendo la burguesía que incrementará su poder económico y social. Paralelamente se impondrá un nuevo sistema de explotación basado en la mano de obra asalariada.

Cultural y religioso: paso del teocentrismo (Dios y religión como centro) al antropocentrismo (revalorización del hombre como centro y medida de todas las cosas).

Político: se producirá la decadencia del poder de los señores feudales, a favor de la consolidación de los Estados Nacionales Modernos a través del fortalecimiento de las monarquías. Este proceso de centralización del poder conducirá al establecimiento de monarquías absolutas (totalidad del poder concentrado por los reyes), las cuales a fines de la Edad Moderna entrarían en crisis dando paso a un sistema político liberal (la burguesía alcanza el poder político y se amplía el derecho al voto de los ciudadanos). (Hilton, Rodney, 1982)

El absolutismo tuvo un largo proceso de evolución ligado al surgimiento de los Estados modernos. Desde principios del siglo XV hasta la primera mitad del XVI, existió una primera fase caracterizada por una progresiva concentración del poder en manos del monarca. En esta primera etapa, las monarquías feudales, en un número limitado de casos (la monarquía católica de España, el reino de Francia y el reino de Inglaterra), se habían convertido en monarquías autoritarias, aumentando su poder frente a la decadencia de los poderes de la Iglesia y de los señores feudales. De esta manera habían conseguido un alto grado de centralización del poder, haciendo surgir un nuevo espacio político denominado Estado moderno.  Esta monarquía llegaría a ser absoluta a mediados del siglo XVII. Los ejemplos más representativos de esta monarquía absoluta fueron Inglaterra, España y Francia, este último considerado como el modelo más acabado de absolutismo definido en torno a la figura de Luis XIV a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII.

El aumento del poder real, que significaba mayor eficacia del Estado, se hizo por medio de la disminución del poder de la nobleza feudal y, por lo tanto, de la progresiva eliminación de la fragmentación del poder político. Las monarquías tuvieron que luchar contra los señores feudales, apoyados por las comunas de algunas ciudades. Los señores no estuvieron fácilmente dispuestos a ceder al rey su autoridad. Los miembros de esta nobleza debilitada, al ver disminuir su influencia local, optaron por incorporarse a los oficios reales de la Corte y a los cargos de la nueva burocracia. Por su parte, un importante sector de la burguesía se incorporó también a la burocracia, debido a los beneficios económicos que le brindaba tal posición. Si bien el absolutismo monárquico le significó a la nobleza ceder parte de su poder político al rey, ésta se mantuvo e incluso garantizó su dominación económica y política a través del nuevo Estado.

En resumen, el Estado moderno se consolidó a partir del poder monárquico, basado en una fuerte dirección de gobierno centralizada en la figura del monarca, la organización de organismos eficaces para el gobierno centralizado, un territorio definido y una comunidad de individuos obedientes y sometidos al poder real (súbditos del Rey). Para que esto fuera posible se creó una serie de instituciones: Ejército permanente, Burocracia, Sistema tributario, Derecho Romano codificado, Diplomacia.

La sociedad del Antiguo Régimen se caracterizó por ser estamental. El estamento era la forma de organizar y dividir a la sociedad. Esto quiere decir que la posición que un individuo ocupara dentro de la sociedad estaba dada por nacimiento y, por lo tanto, dificultaba e incluso impedía la movilidad social (aunque existían algunas estrategias de ascenso social, éstas eran muy limitadas). La sociedad tenía una estructura jerárquica y piramidal, donde la cabeza era el rey, le seguía la nobleza, luego el alto clero y, finalmente, en la base de la sociedad estaba la pequeña burguesía, el campesinado, los artesanos, el bajo clero y la plebe urbana, los que constituían más del 90% de la población. Al no tener privilegios debían pagar impuestos y mantener al resto de los estamentos que conformaban la estructura social.

Durante el siglo XV y mediados del XVI se desarrolló un gran proceso de expansión económico y comercial. Hubo un florecimiento de la economía mercantil y monetaria, aumentó el comercio y el uso de la moneda, la expansión ultramarina, entre otros. En este contexto, crece el poder e influencia de los banqueros (aliados de los reyes) que financiarán la expansión comercial y el desarrollo del Estado Moderno. En materia económica, se desarrolló una economía mercantilista (política económica que caracterizó los siglos XVI al XVIII) en donde la riqueza del Estado estaba respaldada por la acumulación de metales preciosos, como el oro y la plata, proveniente de sus posesiones coloniales y por el control de las actividades económicas que se realizaban dentro de su territorio. Dado que los países no tenían grandes reservas naturales de metales preciosos, la única forma de acumularlos era a través del comercio y la colonización. Las medidas económicas buscaban garantizar e incrementar los ingresos del Estado, de ahí la necesidad de poseer un sistema de recaudación de impuestos organizado, controlado y centralizado. Por ello la economía estaba fuertemente regulada y sometida al control real (política proteccionista) que restringía el ingreso de productos provenientes de otros países, y en el caso de las posesiones coloniales se tradujo en el monopolio comercial. De esta manera el Estado controlaba e intervenía fuertemente en la economía. Si bien hubo un gran incremento del comercio (relacionado a la apertura de nuevos mercados generada por la incorporación de territorios coloniales), la agricultura continuó siendo la base de la economía: entre un 80 y un 90% de la población vivía en el campo.