Texto 1
La “revolución industrial”
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la sociedad inglesa protagonizó un proceso que transformó el modo de vida de las sociedades europeas. Ese proceso fue la “revolución industrial”.Generalmente, los historiadores explican este proceso diferenciando dos fases. La primera, en la que se originó el “despegue industrial” –el crecimiento acelerado– a partir de la expansión de la industria textil algodonera; y la segunda, que se desarrolló a partir de 1850, en la cual la industria –impulsada por nuevos descubrimientos científicos y técnicos– se afirmó como la actividad económica más importante en Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos.[…]Las nuevas máquinas eran grandes y pesadas, por lo que no podían ser instaladas en la casa de los trabajadores, y como además eran propiedad de los empresarios capitalistas, éstos organizaron las fábricas. La utilización de la máquina de vapor, que reemplazaba la energía humana, combinada con los telares mecánicos, contribuyó a la obtención de los resultados deseados. El trabajo del obrero se alejó cada vez más de la creatividad del artesano y se transformó en una tarea rutinaria. Poco a poco, la fábrica reemplazó los talleres manufactureros y se transformó en la base de la organización económica capitalista.La industria era un tipo de actividad económica que requería la circulación de dinero para funcionar: era necesario para la instalación de fábricas, la compra de materias primas y el pago de los salarios de los obreros. Por ello, la industrialización dependió de la inversión de los burgueses que habían acumulado capital a partir del comercio y el préstamo de dinero a interés. Los burgueses, desde entonces llamados capitalistas, comenzaron a hacer inversiones en la industria.
Alonso, María E.; Vázquez, Enrique C. y Giavón, A. “Historia. El mundo contemporáneo”. Buenos Aires, Aique Grupo Editor, 1999x
Texto 2
Tiempos difíciles (fragmento)
Tantos o cuantos centenares de brazos trabajando en esta fábrica de tejidos; y tantos y cuántos centenares de caballos de vapor. Se sabe, medido en libras de fuerza, lo que rendirá el motor; pero ni todos los calculistas juntos de la Caja de la Deuda Nacional pueden decir qué capacidad tiene en un momento dado para el bien o para el mal, para el amor o el odio… para convertir la virtud en vicio, o viceversa, el alma de cada uno de estos trabajadores que sirven a la máquina con caras impasibles y ademanes acompasados. En la máquina no hay misterio alguno; pero sí hay misterio en el alma del más insignificante de esos hombres que trabajan en las fábricas… ¿Por qué, pues, no hemos de reservar nuestra aritmética para los objetos materiales, recurriendo a otra clase de medios para entender las asombrosas cualidades de los trabajadores?La claridad del día fue aumentando y se impuso sobre las luces que aún brillaban en el interior de las fábricas. Se apagaron las luces y el trabajo siguió su curso. Llovió, y entonces las serpientes de humo, sometiéndose a la maldición que pesa sobre sus familias, se arrastraron por encima de la tierra. Un velo de niebla y de lluvia envolvió, dentro del patio exterior del material de desecho, el vapor que salía por la tubería de escape, los montones de barricadas y de hierro viejo, las pilas de carbón reluciente y de cenizas que había en todas partes.Siguió el trabajo hasta que sonó la campana de las doce. Más repique de pasos sobre el pavimento. Telares, ruedas y brazos desconectados por una hora. Esteban salió, rendido y desencajado, de la atmósfera calurosa de la fábrica al húmedo viento y al frío encharcamiento de las calles. Salió de entre los de su clase y de su propio barrio, sin comer otra cosa más que un pedazo de pan, mientras caminaba en dirección de la colina, detrás de la cual vivía el dueño de la fábrica donde él trabajaba. Era una casa roja con contraventanas pintadas de negro, persianas interiores verdes, puerta de calle negra, sobre dos escalones blancos y el nombre de “Bounderby” sobre una chapa de bronce.El señor Bounderby estaba comiendo, era lo que había calculado Esteban. ¿Tendría la amabilidad el criado de anunciarle que uno de sus brazos pedía permiso para hablar con él?
Dickens, Charles, “Tiempos difíciles”, 1954. En: Alonso, María E.; Elisaldo, Roberto y Vázquez, Enrique C.
“Historia. Europa moderna y América colonial”. Buenos Aires, Aique Grupo Editor, 1994.
Preguntas:¿Qué aspectos del proceso histórico explicado en el texto “La revolución industrial” pueden identificar en el fragmento de la novela de Dickens?
1- ¿Con qué fase de la industrialización pueden relacionar el relato de Dickens? ¿Por qué?
2- Identifiquen en los textos los siguientes aspectos del proceso de industrialización:
-tipo de energía empleada en la producción
-tecnología
-unidad o ámbito de trabajo
-materias primas e insumos
-diferenciación de los espacios urbanos
-condiciones de trabajo
-clases sociales