Taylorismo y Fordismo: nuevas formas de control y organización de la producción y del trabajo.
La complejidad de los distintos procesos de producción crearon las condiciones para el desarrollo de nuevos sistemas organizativos del trabajo. El Taylorismo y el Fordismo fueron la respuesta a estas nuevas formas.
El taylorismo proponía la organización científica del trabajo mediante la especialización de las funciones y la estandarización de los procedimientos a seguir en el proceso. Era un método de control de la producción que buscaba incrementar la productividad, mediante la división del trabajo en varias tareas sencillas realizadas por obreros poco especializados. Las tareas debían realizarse con el menor esfuerzo y en el menor tiempo posible, eliminando pasos y movimientos innecesarios. Cada obrero realizaría una parte de una pieza en una cadena de montaje en un tiempo determinado. El objetivo era mecanizar el trabajo de los obreros y aumentar su nivel de producción y reducir costos de producción. En este contexto, el obrero no terminaba ni conocía todo el proceso de producción de un producto, a diferencia de los artesanos que conocían todas las etapas.
El fordismo era el modo de producción en cadena que llevó a la práctica Henry Ford, fabricante de automóviles de Estados Unidos. Este sistema comenzó con la producción del primer automóvil a partir de 1908, adoptando el sistema Taylorista. La diferencia radicaba en el aspecto social: Ford decía que cada obrero de su fábrica debería ganar lo suficiente como para comprar uno de los autos que fabricaba. Pensaba que los buenos sueldos garantizaban un aumento del consumo y el alejamiento de los obreros de las ideas revolucionarias (Anarquismo, Sindicalismo y Socialismo). Consideraba que había que incorporar a los obreros al sistema capitalista como productores, consumidores y propietarios a la vez, porque esa era la forma de construir un mercado de consumo mayor para la producción en masa.